Llegamos con muchas ganas a Bolivia justo el día del aniversario del comienzo de esta vuelta al mundo y después de 25 días nos hemos llevado un pedacito de Bolivia en nuestro corazón. Bolivia es un país muy humilde, irónicamente es el más rico en recursos naturales de toda Sudamérica, pero a la vez es el más pobre. Aquí la mayoría de la gente vive del campo, de los animales y de las minas, trabajos muy exigentes que se hacen notar en la arrugada fisonomía y en las ásperas manos de los bolivianos. Son personas muy amables, acogedoras y calurosas, pero por desgracia no saben del uso de la palabra gracias, que de vez en cuando se agradece cuando echas una mano a alguien. Lo que nos ha gustado mucho es que la mayoría de la gente no está viciada por los euros o los dólares de los turistas, son honestos y también generosos, y eso dice mucho a favor de ellos. Por suerte para unos, y por desgracia para otros, el acutal presidente Evo Morales está luchando mucho por los derechos de los más pobres para que puedan tener acceso a la educación, a la medicina, incluso a agua corriente, y quizás así puedan tener un futuro mejor.
Para nosotros Bolivia ha sido un país con mucho encanto, muy auténtico, donde las tradiciones siguen todavía fuertemente arraigadas en casi toda la población, desde jóvenes hasta ancianos. Las señoras, o cholitas, visten tanto en pueblos como en ciudades su traje tradicional, con la falda bombacha, el chal, e incluso el bombín, sin olvidarnos de sus largas trenzas. Es muy curiosa la historia de como llegó la moda del bombín a Bolivia. Resulta que cuando los británicos estuvieron en Bolivia construyendo las vías del tren en los años 20, recibieron un cargamento de bombines desde Gran Bretaña que les quedaban pequeños, así que los regalaron a los locales. Desde ese momento las mujeres Quechua y Aymara lo adoptaron como parte de su vestimenta y no hasta hoy no han dejado de llevarlo. Para transportar cualquier tipo de mercancia, incluso a sus propios crios, las cholitas usan el aguayo, un colorido trozo de tela en la que enrollan cualquier cosa, lo cargan a la espalda y se lo atan al pecho. Yo me atrevería a decir que no hay ni un solo carrito de bebes en toda Bolivia.